Me es difícil escribir este post porque en él pretendo hablar de primeras veces.
Porque es la primera vez que he invitado a unos abuelos al cine con sus nietos, mis alumnos, y no sabía cómo iba a salir.
Seguro que alguno de ellos diría ¿pero por qué nos mete en estos líos esta maestra con lo bien que estoy yo en mi casa?
Porque había que madrugar, subir al autobús (que tiene escalones), andar un trecho hasta el cine, ser fotografiado, ser entrevistado, ir al baño posiblemente, subir y bajar escaleras...
Así que previamente mis blogmaníacos y yo lo planificamos todo cuidadosamente en nuestras agendas. Cada uno de ellos podía invitar a sus cuatro abuelos, si tenían la suerte de tenerlos. Pedirían permiso para fotografiarlos, indicándoles que iban a estar en internet. Preguntarían si querían ser entrevistados por los reporteros de clase. Preguntarían si querían leer parte del comunicado en el cine.
Me imagino la presión a que han estado sometidos los pobres abuelos...
Prácticamente al día siguiente ya teníamos todo lo de arriba contestado.
En asamblea elaboramos las preguntas de los reporteros. Hicimos una copia en mayúsculas y letra muyyyy grande para la abuela que iba a leer el comunicado, y decidimos un protocolo de actuación (es que no existe, hablo de primeras veces).
1.- El/la nieto/a siempre acompañará al abuelo/a llevándole del brazo.
2.- Hay un orden para subir y sentarse en el autobús (Conchita, militarmente, los nombra por orden de lista).
3.- Al llegar hacemos la foto oficial abuelo/nieto.
4.- Escribimos quién puede subir escaleras y quién subirá en ascensor ya en el cine.
5.- Ya arriba, los tres abuelos que van a ser entrevistados, siempre con sus nietos, se sitúan al fondo para proceder a la grabación.
6.- Foto oficial y entrada al cine.
7.- Cada alumno se sienta con su abuelo y lo lleva al baño si es necesario durante la proyección.
8.- Finalizada la película, entrega de obsequios a las directoras de los otros colegios invitados.
9.- Vuelta al autobús y a sus asientos.
Lo dejo aquí escrito por si se me ocurre otra vez, lo que no sería descabellado dadas las enormes satisfacciones que recibí ese día.
Nunca me imaginaba que se pudiera generar tanta ilusión entre un grupo de gente. Creo que a pesar del esfuerzo los abuelos estaban contentos. Lo mismo puedo decir de mí. A pesar de la tensión que supone coordinar todo e intentar estar en todas partes al mismo tiempo, llegué a casa agotada pero satisfecha.
Tuve la inestimable ayuda de dos compañeros, Rosa, que ejerció de exquisita azafata y estuvo pendiente de ellos en todo momento; y Juan, que con su cámara inmortalizó el día. Sin ellos, nada hubiera salido bien.
¡Y qué decir de mis blogmaníacos! Cumplieron su deber de cuidadores a la perfección, no hubo que reñir, advertir, recordar...
Y es que tengo mucha suerte, siempre lo digo. Por eso cuando la periodista me preguntó por qué a pesar de los recortes hacíamos cosas como ésta, pues no supe muy bien salir del paso...Ya en mi casa pensé: Porque trabajas con personas, no con máquinas.
Porque crees en lo que haces.
Porque con experiencias así maduras como ser humano.
Porque en una lista de valores vitales, ganarte la vida con dignidad es uno de los primeros.
Porque la educación pública nos importa.
Porque si no lo haces tú ¿acaso esperas que lo haga la administración?
De momento, hay muchos más porqués; pero esto es una carrera de fondo. Espero poder resistir y seguir conservándolos...verdaderamente mis jefes me lo están poniendo difícil, y una es humana y entiende y comparte los planteamientos reivindicativos de los compañeros.
De momento, seguimos...
¡Gracias, doña Díriga!
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